"Arte público" es un concepto aplicable al net.art y
al stencil. Alude a "la producción de un espacio en el
que a los ciudadanos les es dado encontrarse, discutir y decidir sobre los
asuntos en común". La aparición del net.art cambia por
completo aquello que podemos deducir de una experiencia estética
ordinaria. Con él, la materialidad de los objetos cede el espacio a la
combinatoria de lenguajes virtuales que complican aún más la reflexión
estética.
En el universo virtual se pierde cualquier identidad y se
ganan otras que, inmediatamente, serán reemplazadas por cualesquiera. Frente al
espacio institucionalizado, el arte en Internet adquiere visos libertarios de
expresión. Una de las características centrales es su inicial cualidad
integradora y cohesionadora. Uno de sus defectos, para una conciencia
vitalista, es la preocupación evidente que provoca la relación del hombre con
la máquina. No cuestionaré aquí estos puntos; me interesa únicamente abordar
algunos aspectos centrales del net.art.
Cabe preguntar, inicialmente, sobre el papel de la
"interactividad", que ha sido una de las preocupaciones filosóficas,
literarias y comunicativas primordiales en nuestro. La vida virtual es un
acontecer fehaciente que forma parte de nuestro tiempo histórico y social pese
a sus detractores. Y como vida ingresa
en todas las esferas que le competen a la humanidad.
La humanidad la recrea con su evidente papel activo que, día
a día, se acrecienta. El término "interactividad" ya no sólo se
refiere a la literal interacción de un sujeto con una máquina. Podemos decir
que este concepto ha mutado para convertirse en otra cosa que alude a los
requerimientos socio–culturales de la actualidad.
Una nueva manifestación del arte aparece con el concepto"net.art". Surge
en forma de un manifiesto, lo que lo equipara al exabrupto
acontecimiento de las vanguardias. Este singular fenómeno conlleva una serie de
prácticas tecnológico–artísticas que revolucionan la forma que tenemos de
pensar el arte.
Una de las manifestaciones posmodernas que han requerido la
atención reflexiva es el performance. El video, en el net.art, permite
la reproducción de un performance que pierde su especificidad
temporal y espacial al insertarse en la fijación cinematográfica. La obra ya no
remite a su propio material, es necesario construir el material. De ahí que
podamos advertir, inicialmente, su eminente cualidad
fragmentaria, pues aunque hablamos de un complejo
nuclear, los elementos se muestran aparentemente disgregados como
moléculas que, en principio, recorren caminos indistintos. Sin embargo, el
fragmento en sí mismo construye una totalidad tentacular y rizomática, muy
semejante también, a una constelación estelar.
El net.art y el stencil son
revolución; la revolución es lo que explota en un continuo estado de las cosas
que no puede permanecer porque resulta obsoleto y no lleva a ningún sitio.
Frente a las "artes institucionales", grupos de personas que ya no se
consideran artistas —o que, acaso, son un excedente del concepto
"artista", toman el camino del abandono para expresar una serie de
condiciones históricas, sociales y políticas sin cauce, sin inducción o
premeditación previa: desterritorializan.
La revolución, como el
"acontecimiento", el "devenir" y la "vibración"
deleuzianas, contiene el elemento de irrupción en un mundo que perdió la
capacidad de asombrarse ante sí mismo. Si se ha perdido la confianza en las
instituciones que rigen la vida del hombre y ciertas manifestaciones artísticas
lo expresan, el pensamiento emergente debe volver hacia ellas. En este ensayo,
presenté sólo dos, pero hay muchas. Éstas reverberan y murmuran a la espera de
un pensamiento que las devele en sus discursos y, al mismo tiempo, se devele a
sí mismo.