Lo siniestro sería algo con resonancias de lo familiar
( heimlich ) pero que, a la vez, nos es extraño ( unheimlich ),
como una especie de déjà-vu que puede llegar a establecer una
virtual conexión entre una «noprimera- vez» y una «primera-vez». Algo que
acaso fue familiar y ha llegado a resultar extraño e
inhóspito, y que precisamente por esa razón nos perturba y nos angustia, porque
recuerda algo que debiendo permanecer oculto, ha salido a la luz.
Lo siniestro, como el propio Freud apuntó, es el lugar donde
más cerca está la estética del psicoanálisis; de ahí que se haya argumentado en
más de una ocasión que Freud lo trata como una categoría estética del mismo
calado, por ejemplo, que lo sublime (Eugenio Trías, Lo bello y lo
siniestro . Barcelona, Seix Barral, 1982). Una vuelta de tuerca a lo
anterior sería vincular lo siniestro freudiano con lo Real lacaniano, algo que,
aunque pudiera parecer evidente, no ha sido enfatizado tanto como se debiera.
Es ciertamente extraño que Hal Foster, aun habiendo analizado lo siniestro como un tropo que se repite en todas las formas del surrealismo ( Compulsive Beauty . Cambridge, The MIT Press, 1993), sin embargo, no haya notado tal vinculación en "El retorno de lo real", donde, sin embargo, examina la relación entre el punctum de Barthes y la tyché que Lacan toma de la causalidad aristotélica, como el encuentro fallido entre el sujeto y lo Real. En el recientemente publicado Seminario X, L'Angoisse , Lacan realiza una lectura atenta del texto de Freud y relaciona el sentimiento de angustia que se produce en el sujeto ante la contemplación de las formas de «lo siniestro» con la dimensión de lo Real ( Le Séminaire. Livre X. L'Angoisse . París, Seuil, 2004).
El objeto de la angustia para Lacan aquí será el excedente del proceso de entrada en lo Simbólico, ese recuerdo constante de lo Real. «El verdadero problema –sostiene Lacan– surgirá cuando falte la falta; allí aparece la angustia». La angustia, por tanto, será producida por la emergencia de lo Real –la falta primordial «sin fisuras»– en lo Simbólico, como una escisión que recuerda que somos «no-todo». Lo siniestro, para Lacan, es la muestra palpable de la imposibilidad de lo Real. La contemplación de lo vacío nos indicará, entonces, la imposibilidad de llenarlo todo, la imposibilidad de conseguir la jouissance ; el vacío, la nada o la casi nada nos confronta con el objeto causa del deseo en su desnudez, mostrando la falta de la falta.
Es ciertamente extraño que Hal Foster, aun habiendo analizado lo siniestro como un tropo que se repite en todas las formas del surrealismo ( Compulsive Beauty . Cambridge, The MIT Press, 1993), sin embargo, no haya notado tal vinculación en "El retorno de lo real", donde, sin embargo, examina la relación entre el punctum de Barthes y la tyché que Lacan toma de la causalidad aristotélica, como el encuentro fallido entre el sujeto y lo Real. En el recientemente publicado Seminario X, L'Angoisse , Lacan realiza una lectura atenta del texto de Freud y relaciona el sentimiento de angustia que se produce en el sujeto ante la contemplación de las formas de «lo siniestro» con la dimensión de lo Real ( Le Séminaire. Livre X. L'Angoisse . París, Seuil, 2004).
El objeto de la angustia para Lacan aquí será el excedente del proceso de entrada en lo Simbólico, ese recuerdo constante de lo Real. «El verdadero problema –sostiene Lacan– surgirá cuando falte la falta; allí aparece la angustia». La angustia, por tanto, será producida por la emergencia de lo Real –la falta primordial «sin fisuras»– en lo Simbólico, como una escisión que recuerda que somos «no-todo». Lo siniestro, para Lacan, es la muestra palpable de la imposibilidad de lo Real. La contemplación de lo vacío nos indicará, entonces, la imposibilidad de llenarlo todo, la imposibilidad de conseguir la jouissance ; el vacío, la nada o la casi nada nos confronta con el objeto causa del deseo en su desnudez, mostrando la falta de la falta.
Debemos entender lo «siniestro lacaniano» como aquello que
nos abre –para no entrar, por supuesto– las puertas de lo Real, produciendo un
cortocircuito en lo Simbólico, un corte en el lenguaje por el que penetra lo innombrable.
EnThe Matrix , el film de los hermanos Wachowsky, hay un momento en
el que Neo, tras contemplar un gato negro, tiene la sensación de haber visto
eso antes y lo comunica a Trinity, quien, acto seguido, le advierte: «un déjà
vu suele ser un fallo en Matrix, ocurre cuando cambian algo».
El déjà vu , que es una de las formas por antonomasia de lo siniestro, se muestra aquí como un fallo en lo Real. Cuando, en Matrix, no tiene esa sensación, se acaba de abrir una puerta por la que se introducen agentes de la red. Es decir, lo siniestro aparece como portal de acceso a lo Real, como lugar de «emergencia» en la red, como una muestra de que el sujeto está «demasiado cerca».
Lo siniestro, en resumen, nos confronta con lo Real. Y esta lectura ha conducido a Andrea Bellavita, en el que es quizá el mejor estudio sobre las correspondencias entre lo siniestro, el pensamiento lacaniano y lo visual, a concluir que lo siniestro «es el lugar de emergencia de lo Real en lo Simbólico» Schermi perturbanti: per un'applicazione del concetto di unheimliche all'enunciazione cinematografica. Milán, Vita&Pensiero, 2005).
El déjà vu , que es una de las formas por antonomasia de lo siniestro, se muestra aquí como un fallo en lo Real. Cuando, en Matrix, no tiene esa sensación, se acaba de abrir una puerta por la que se introducen agentes de la red. Es decir, lo siniestro aparece como portal de acceso a lo Real, como lugar de «emergencia» en la red, como una muestra de que el sujeto está «demasiado cerca».
Lo siniestro, en resumen, nos confronta con lo Real. Y esta lectura ha conducido a Andrea Bellavita, en el que es quizá el mejor estudio sobre las correspondencias entre lo siniestro, el pensamiento lacaniano y lo visual, a concluir que lo siniestro «es el lugar de emergencia de lo Real en lo Simbólico» Schermi perturbanti: per un'applicazione del concetto di unheimliche all'enunciazione cinematografica. Milán, Vita&Pensiero, 2005).
Lo siniestro lacaniano no intenta satisfacer la pulsión y
recubrir lo Real para tapar una falta, como sostiene la concepción fantasmática
freudiana, sino que se ha de comprender como un intento deliberado de agujerear
lo real y trazar una grieta de «acceso» a esa dimensión faltante en la que el
sujeto es Uno. Es la evidencia de la «falta de la falta», de ahí la angustia
que produce su contemplación. Quizá venga bien recordar la distinción realizada
por Wajcman entre un arte freudiano, que tapa o recubre, y otro, lacaniano, que
agujerea ( El objeto del siglo , Buenos Aires, Amorrortu,
2002). Lo siniestro será, así, el más certero proceder para intentar descorrer
el velo que recubre la falta y horadar la iconostasis de lo Real.
Todo lo anterior nos lleva a afirmar que el arte, que de
suyo bordea lo real, cuando, como sucede en las estrategias antivisuales,
trabaja mediante lo que podríamos llamar «procedimiento siniestro », como lugar
de emergencia de lo Real, es el medio más efectivo para llevarnos lo más cerca
posible de das Ding y conseguir, como el punctum del
que habla Barthes en La cámara lúcida , punzarnos,
inquietarnos, tambalearnos y de-sujetarnos; todo lo contrario que la
imagen-espectáculo, donde, como aquel joven protagonista de La naranja
mecánica, somos literalmente sujetadoscon los postigos de
hierro de la visión.