La Cultura venezolana, como elemento de Identidad

Los valores de la cultura constituyen un bien irrenunciable del pueblo venezolano y un derecho fundamental que el Estado fomentará y garantizará , procurando las condiciones, instrumentos legales, medios y presupuestos necesarios. Se reconoce la autonomía de la administración cultural pública en los términos que establezca la ley.

 El Estado garantizará la protección y preservación, enriquecimiento, conservación y restauración del patrimonio cultural, tangible e intangible, y la memoria histórica de la Nación. Los bienes que constituyen el patrimonio cultural de la Nación son inalienables, imprescindibles e inembargables. La ley establecerá las penas y sanciones para los daños causados a estos bienes.

En cuanto a las culturas populares la misma carta magna establece lo siguiente en su artículo 100.


Las culturas populares constitutivas de la Venezolanidad gozan de atención especial, reconociéndose y respetándose la interculturalidad bajo el principio de igualdad de las culturas. La ley establecerá incentivos y estímulos para las personas, instituciones y comunidades que promuevan, apoyen, desarrollen o financien, planes, programas y actividades culturales en el país, así como la cultura venezolana en el exterior. El estado garantizará a los tr abajadores y trabajadoras culturales su incorporación al sistema de seguridad social que le permita una vida digna, reconociendo las particularidades del quehacer cultural, de conformidad con la ley.


La cultura popular tradicional se presenta como un símbolo de lucha, de resistencia de dolor, de alegría, de religiosidad, de fiesta, de sabiduría de los pueblos que unidos mantienen la estirpe y el reconocimiento de su lugar de procedencia con vínculos originales y elementos críticos que apoyan intereses comunes.incorporación al sistema de seguridad social que le permita una vida digna, reconociendo las particularidades del quehacer cultural, de conformidad con la ley.




¿Qué hacer para que esta expresión de la cultura popular se mantenga?

La manifestación cultural señalada es conocida como PARRANDA DE NEGROS KIMBANGANOS, y está en vías de olvido, motivo por el cual se demostrara que este hecho social es un elemento importante que integra la identidad cultural de esta región y por ende de nuestra Cultura Popular; por cuanto todavía quedan en la Fila Maestra y otros lugares circunvecinos, cultores y conocedores que están dispuestos a revivir sus cantos y bailes Cimarrones. Se hace necesario el estudio para dejar constancia de ella y así poder iniciar su divulgación a fin de perpetuarla para la sociedad de presente y del futuro.




Bailes tradicionales de Venezuela

Venezuela  es un país que se compone no solamente de los ciudadanos autóctonos, sino que durante muchos años han llegado importantes corrientes de inmigrantes al país y esto ha trasformado la cultura original de Venezuela, especialmente cuando llegaron inmigrantes europeos y de Medio Oriente, ya que Venezuela posee una importante comunidad de italianos y libaneses, que han aportado su cuota cultural al país sudamericano.

Gran cantidad de danzas tradicionales se identifican en las diferentes partes de nuestra tierra, el teatro folklórico y de calle se hizo presente en nuestras comunidades desde tiempos remotos. En estos bailes y danzas encontramos elementos característicos de nuestra cultura como son la interacción de la herencia europea con la herencia indígena, distintos rituales y creencias se sincretizan en ceremonias y danzas con fines místicos y recreativos, las comunidades generación tras generación hacen parte de la memoria colectiva de estas tradicionales danzas. Cada una tiene sus características, pero entre si guardan la esencia del venezolano mestizo, alegre, creyente y comunitario.

Los bailes tradicionales se manifiestan en diferentes zona o regiones del país, de acuerdo  las costumbre de cada región, en el llano el llanero se acompaña en sus trabajos con el ganado, entonando cantos de arreo y de ordeño, libres e inspirados, y sus bailes de joropos son representados por el arpa, el cuatro y las maracas; en el Zulia las gaitas, y de esa forma cara región ha dado su aporte cultural al folklor venezolano.


Los bailes son una de las costumbres típicas de Venezuela, especialmente aquellos tradicionales que se realizan en fiestas populares. Entre los cuales lo más conocidos y característicos se destacan a continuación.

·         El Carite: baile típico y muy popular del oriente venezolano.


·         El Sebucán: se baile en diferentes partes del país, se le suele llamar también las cintas ó el palo de las cintas.
·         La llora: este baile es representado principalmente por un vals en el cual participan varias parejas y una orquesta, el mismo es típico de la región de Aragua.



·         Los Diablos danzantes: este es otro de los tradicionales bailes de Venezuela que  posee su origen en África y fue traído a Venezuela a través de los esclavos que fueron arribados a América para realizar trabajos forzados, este baile se celebra en vísperas de la fiesta de Corpus Cristi.


·         Las Turas: es un baile típico religioso de origen indígena que se celebra en los Estados Lara y Falcón.



·         El Pájaro Guarandol: comparsa que está formada por varias personas que danzan y cantan.


·         La Burriquita: el personaje principal viste un disfraz de burra y jinete al mismo tiempo, y baila al compás del joropo.

·         Los Tambores en Las Costas: muy bailados en el Estado Vargas y Sucre.


·         Tamunangue o Golpe Tocuyano: también conocido como Golpe Larense o Joropo Larense, música y ritmo que son oriundo de El Tocuyo, Estado Lara.




·         La Gaita: es la música y el baile típico en todas las navidades del país, originaria del Estado Zulia.



      El Calipso: a pesar que es un género musical originario de Trinidad y Tobago, es muy popular en Venezuela y se conoce como; El Calipso venezolano o El Calipso de El Callao.


 El Baile del Joropo: acompañado de la música llanera, es el baile que más se canta y se baila en toda Venezuela.



 El Mare Mare.



 El Chiriguare.


 El Pájaro Guarandol.


El Fandanguillo.


Locos y Locainas.


 San Pascual bailón.

Venezuela tiene una diversidad cultural que se representa en cada región y ha trascendido a otras, pues las instituciones educativas han promovido esta integración para que todos los ciudadanos de este país estemos integrados culturalmente, lo que hace que esta, nuestra identidad cultural trascienda de generación en generación a lo largo y ancho de toda la región.

El Documental “El camino por la incertidumbre”

El documental “El camino por la incertidumbre” reúne el testimonio de cuatro artistas venezolanos de reconocida trayectoria como lo son: el documentalista y pintor Ángel Hurtado; la bailarina y fundadora de la Compañía Nacional de Ballet, Belén Lobo; el cronista de cine y escritor Rodolfo Izaguirre; y la escultora Noemí Márquez, quienes reflexionan sobre la experiencia que cada uno desarrolló en su área profesional y cómo, a sus ochenta años de edad, estos cuatro artistas evitaron que la incertidumbre se convirtiera en un obstáculo en sus caminos.

César Cortez es un director venezolano cuya trayectoria fílmica se destaca por trabajos documentales centrados esencialmente en la cultura venezolana y sus creadores, entre estos figuran Palabras de mujer (2005), Anala Planchart, entre orquídeas y el Ávila (2006), 9 miradas (2009) y La vida no es un juego de carritos (2008).

El cineasta también es reconocido por documentales como Excluidos y Violentos (Premio “Monseñor Pellín”, 2005) e igualmente es creador de la serie de 25 documentales sobre artistas venezolanos, “Obra & Arte”.


El camino por la incertidumbre contó con el apoyo de la Escuela de Cine Documental de Caracas y habla de la intuición o de un sexto sentido que permite al artista navegar entre las corrientes del impulso creativo y las tendencias artísticas predominantes del momento. Asimismo, Cortez demuestra cómo la duda o incertidumbre puede servir de incentivo para indagar más allá de los parámetros comúnmente establecidos en cada área vocacional.


"El Animador"

Pese a la desaparición física del dramaturgo Rodolfo Santana, ofrecemos una de las obras más brillantes del teatro venezolano: "El Animador" la cual fue presentada en la Casa del Artista, en Caracas el 14 de septiembre de hace 5 años atrás.

Surge de la pluma de Rodolfo Santana esta obra que a pesar de los años sigue vigente. La dosis exorbitante de un mundo irreal y la fantasía inyectada a borbotones por una televisión que se inspira en la ganancia a como de lugar, promoviendo un individuo cuya única preocupación es el consumo desmedido y que sólo valora productos que considera aptos para una audiencia que según ellos sólo aprecia lo mediocre y superficial.


Fotógrafos Venezolanos



Nelson Garrido: Es el primer fotógrafo venezolano distinguido con el premio nacional de artes plásticas (1.991). Fotógrafo de industria, folklore, danza, teatro y cine, Garrido a desarrollado dos campos fundamentales de trabajo: fotografía artística y documental. En su trabajo artístico, ha creado un lenguaje iconográfico mezcla de religión, sexo, humor e imaginaría popular. Violenta e irreverente, su obra se basa en una constante experimentación de medios expresivos y un profundo cuestionamiento del sistema de normas y creencias socialmente aceptado. 

La estética de lo feo y el erotismo revisado en términos de sacrificio religioso, son algunas constantes de su obra. Utiliza fotografía e imagen digital. Sus collages, el despliegue escenográfico de sus imágenes, la digitalización fotográfica (que genera una calidad especial en los colores y en la profundidad), la incorporación de materiales cursis, apoyan un sacrilegio, que choca con las convenciones de la religión, el buen gusto tradicional y la sexualidad.




Edgar Moreno: Le interesa integrar la pintura con la fotografía y el dibujo aunque reconoce que no es fácil hacerlo bien. Busca una fotografía mas intervenida y en otros formatos. Piensa que la pintura es el reflejo directo del alma, en todos los sentidos, mientras que la fotografía siempre es reflejo de otros, por mas que sea una interpretación personal.



Oscar Molinari: Este artista es cuestionado en si es o no fotógrafo, porque interviene sus fotografías y las enriquece con otros medios. Nunca a estado de acuerdo con las separaciones de las cosas en campos diferentes. Toma todos los elementos que tiene al alcance para lograr lo que quiere. Trabaja directamente con el video y la fotografía. Piensa que es fotógrafo, aunque el resultado final en sus obras no necesariamente sea una fotografía. También es pintor.



Ricardo Gómez Pérez: En su trabajo, se sirve de las posibilidades del flash electrónico y por otra parte utiliza velocidades de exposición lentas. La combinación de ambas cosas supone la aparición de una realidad distinta, irreal podríamos decir. Para el la fotografía es un medio puro de expresión visual y no le interesa utilizarla para ninguna finalidad. Su obra está considerada dentro de lo denominado visualismo, como modo de hacer que no puede estar incluido en las otras dos corrientes fotográficas de los últimos tiempos: documentalismo y fotografía conceptual. No se trata tanto de ver cosas nuevas como de una nueva forma de ver las cosas. Sin embargo su obra aunque no es ajena a su tiempo, se resiste a la clasificación. En sus imágenes la percepción es superada por la intuición, la luz alterada crea una especie de inmaterialidad de las cosas.




Gorka Dorronso: Su fotografía se caracteriza por tener la presencia de la realidad misma, aunque es una representación, una visión subjetiva, una visión a través del ojo del fotógrafo. El grado de descripción, de perfección, le da a sus fotografías intensidad. Muchos son los temas que abarca este artista fotógrafo venezolano: retratos, paisajes (rural y urbanos), escenas cotidianas. La suya no es una fotografía documental, a pesar de que la temática pertenece a la vida diaria. La manera de capturar la situación, la manera de encuadrarla en el marco del espacio fotográfico, hace que el resultado, lo que se percibe impreso, es mas que una situación superficial. Sus retratos son retratos psicológicos, sea una figura humana, o un paisaje, o un momento. En este sentido tienen perennidad. A presentado exposiciones individuales en museos tan importantes como el MACCSI.





Este es pues, un recorrido por los artistas que encabezan las nuevas tendencias que nos hacen formar parte del circuito internacional del arte. Cada una de sus obras guardan una relación, consistente en el cada vez mas marcado distanciamiento entre el bajo perfil de los 90 en comparación con el exacerbado esplendor de la década anterior en la que había gran cantidad de estrellas. Al caer el mercado del arte, como muchos piensan que a sucedido, la escena artística se ha dividido en múltiples posibilidades; la nueva situación impone un nuevo comportamiento, tal vez, menos lúdico y mas reflexivo de la identidad, la memoria y las historias personales.

Conoce a estos pintores Venezolanos


Sigfredo Chacón: Es una de las personalidades mas firmes de las últimos años, caracterizado por ser constante en el rescate de la pintura por sí misma. Su proceso ha consistido en quitar al hecho visual todo lo superfluo o innecesario, para encontrar una revelación distinta, sustentadora, que se sobreponga precisamente a todo lo anecdótico y superficial. Heredero de Rothko, Rotterdam y Reihardt, el artista asume las enseñanzas como nuevos principios.




Juan Iribarren: Su pintura no es identificadora de una realidad, pero parte de ella. Objetos y elementos, en apariencia sin importancia están allí como trazos o manchas de color sin aportar en el fondo ningún valor adicional a la obra. Combina la austeridad con una fuerte expresividad. Por el recurso del frotado y la sobreposición de trazos el resultado no es una simple tela pintada.




Eugenio Espinoza: Siempre ha sido un artista poco convencional. Su trabajo es de esos que, coherente y responsablemente, están entramados con un momento espiritual del ser humano. Desde hace muchos años comenzó a trabajar obras de grandes dimensiones, algunas casi gigantes, en las que la cuadricula lo era todo: tema, concepto y forma. Poco a poco, en un lento proceso de reflexión, la cuadrícula fue evolucionando para presentarse en cada serie, como el resultado nuevo de acciones y reacciones. Una pintura que expresa la lucha del artista con la realidad. Los matices sutiles y sublimes de color, conceptualizan gráficamente lo espiritual de la pintura y sus valores plásticos.



Carlos Zerpa: Artista venezolano muy conocido en Colombia, desde sus ya famosas "performances" presentadas en su primera participación en la Bienal de Medellín. Polifacético y dinámico, constante y talentoso, Zerpa se ha proyectado como una gran figura del arte venezolano. Si se tuviera que clasificar su obra, pintura y escultura, se tendría que apelar a las últimas tendencias que han aparecido en el arte internacional. Y es la amalgama de lo internacional con lo profundamente local, lo que impregna una obra cargada de símbolos y signos. Una iconografía simbólica de la violencia, de lo mas superficial que tiene la sociedad contemporánea. Sus pinturas son el "cómics" tratado en términos formales y agresivos. Fuertes colores y líneas valorizadas, construyen imágenes figurativas que en una primera instancia remiten a la cotidianidad.

Alirio Palacios: La obra de Alirio Palacios a sido siempre analizada como una expresión de sus vivencias y experiencias personales en el entorno del paisaje local de su infancia, (nació en delta Amacuro), y de sus andanzas como ciudadano del mundo (ha vivido en Pekín, Cracovia, Nueva York y Caracas, entre otras ciudades). Las imágenes creadas por el artista son altamente expresivas. A realizado numerosas muestras individuales en Nueva York y otros sitios.



Manuel Pérez: Fragilidad y densidad, sin contradicciones, son dos aspectos que inmediatamente se notan en su serie de pinturas de gran formato. También son abstractas y figurativas. Lo figurativo se resuelve en signos, mientras que lo abstracto en los planos que estructuran la composición.




Víctor Hugo Irrazábal: Sus obras evidencian una gran madurez artística que se suma a la complejidad conceptual que las motiva. El entorno de sus temas lo conforman la diversidad, exuberancia y ferocidad. Algunas se inspiran en geometrismos del arte aborigen.




María Eugenia Manrique: coloca tres grandes cuadros en una pared-panel y escribe en los márgenes e incorpora maderas talladas y pintadas, con lo que logra entonces una sola obra, ensamblada por la escritura, la pintura y el volumen.




Ricardo Benaim: Sobrepone papeles hechos a mano, en los que cambian sus dibujos, texturas, colores, formato y elemento de unión.





Luis Romero: Traza a lápiz una fina cuadrícula sobre el espacio ya pintado. Luego su composición tiene deslindes que son parte integral de la obra. Contrasta dos zonas en blanco -la montaña- y negro -el fondo. El resto son sensaciones a partir de la pintura, y descubrir, acaso, breves líneas verdes envueltas en la luminosidad del blanco. Se ve una obra cercana a las formas y trazos de la pintura infantil, tendencia muy en boga en distintas pinturas. Es un representante del arte figurativo.

La fotografía en la experiencia latinoamericana

fotografía ligada a la práctica artística tiene relativamente resuelto- provoca que su condición de documento sea superada desplazando su cualidad nominal a una situación que podría transformar la determinante tradición que tiene en Latinoamérica y liberarse de esta manera de la connotación de marginalidad que se ha confundido muchas veces con identidad. La voluntad de superar la marginalidad con vistas a lo global ha supuesto que la fotografía documental desarrolle y aplique recursos que resultan evidentes en la estetización del documento visual y supere el terreno de lo mediático, los discursos prosaicos de los medios masivos de comunicación y el escaso mercado y difusión locales. 

Sin embargo, este desplazamiento provoca su inscripción en un terreno difuso y débil dificultando igualmente su acceso a los beneficios que otorgan las iniciativas estatales para hacer crecer las industrias culturales; en este sentido, la producción documental actual tendría su relevancia a partir de la resignificación del estatuto meramente documental, es decir, su compromiso con lo real para de esta manera relacionarse con el medio cultural más que con la realidad documentada (Del Río, 2008). 

Distinta es la condición de la fotografía ligada a las artes visuales que con una historia crítica de alcances más amplios, se desenvuelve más fácilmente en los requerimientos de los mercados del arte, que evidentemente tienen interés por Latinoamérica, pero que aún la consideran y la tratan como alternativa de mercados marginales (García Canclini, 2002).




Un segundo punto, que se desprende del anterior sobre la evidente adaptación de la fotografía local a los nuevos tiempos, es la elaboración y el levantamiento de discursos teóricos disciplinarios de alcances globales y no locales que hablan de fotografía y que contienen muchas veces las forzadas referencias para generar producción local; no solo los teóricos la piensan sino también los fotógrafos a través de ellos, que encontrarían en estos discursos una solución de sentido. 

El autor es además: creador, productor, difusor, crítico y ensayista de su obra. La fotografía se asume como una creación de discursos visuales, que desde los estudios culturales se plantea como un producto cultural mientras que desde los discursos estéticos se expresa como una producción con la posibilidad de adjuntarse al arte y al discurrir en el competitivo mundo de las artes visuales. Ambos discursos buscan entender a la fotografía como un medio que ha entrado de lleno en la globalización, transversal y altamente adecuado para hablar de otras cosas, extendiendo su definición a las definiciones globales y compitiendo con otros países que se encuentran en inmejorable situación para difundirla.

De esta forma se genera una compleja relación entre discurso y obra que dispone el ejercicio fotográfico a representaciones e interpretaciones muchas veces conceptuales y particularmente a la fotografía documental, a una función y uso imprecisos. De alguna manera, hoy la fotografía como discurso visual queda dependiendo de los discursos teóricos que se elaboren, participando de un acuerdo discursivo de los lenguajes, contenidos y sentidos de esta producción simbólica, que al incorporarlos desfigura la función histórica que ha tenido la fotografía en Latinoamérica. La pregunta por la necesidad de la fotografía quedaría suspendida, pero abierta.

desplazamiento provoca su inscripción en un terreno difuso y débil dificultando igualmente su acceso a los beneficios que otorgan las iniciativas estatales para hacer crecer las industrias culturales; en este sentido, la producción documental actual tendría su relevancia a partir de la resignificación del estatuto meramente documental, es decir, su compromiso con lo real para de esta manera relacionarse con el medio cultural más que con la realidad documentada (Del Río, 2008). Distinta es la condición de la fotografía ligada a las artes visuales que con una historia crítica de alcances más amplios, se desenvuelve más fácilmente en los requerimientos de los mercados del arte, que evidentemente tienen interés por Latinoamérica, pero que aún la consideran y la tratan como alternativa de mercados marginales (García Canclini, 2002).




Un segundo punto, que se desprende del anterior sobre la evidente adaptación de la fotografía local a los nuevos tiempos, es la elaboración y el levantamiento de discursos teóricos disciplinarios de alcances globales y no locales que hablan de fotografía y que contienen muchas veces las forzadas referencias para generar producción local; no solo los teóricos la piensan sino también los fotógrafos a través de ellos, que encontrarían en estos discursos una solución de sentido. 

El autor es además: creador, productor, difusor, crítico y ensayista de su obra. La fotografía se asume como una creación de discursos visuales, que desde los estudios culturales se plantea como un producto cultural mientras que desde los discursos estéticos se expresa como una producción con la posibilidad de adjuntarse al arte y al discurrir en el competitivo mundo de las artes visuales. Ambos discursos buscan entender a la fotografía como un medio que ha entrado de lleno en la globalización, transversal y altamente adecuado para hablar de otras cosas, extendiendo su definición a las definiciones globales y compitiendo con otros países que se encuentran en inmejorable situación para difundirla.


La imagen fotográfica y su referente, ¿en qué orden se están dando hoy ? ¿La identificación del problema teórico primero y su abordaje desde la fotografía después, o la creación, producción y experiencias (experimentación) en fotografía antes y luego la interpretación discursiva del referente?

Sería adecuado que las respuestas posibles a estas interrogantes surjan desde el territorio común latinoamericano, desde la academia y desde la práctica; desde los valores culturales y los sistemas simbólicos, relativizados hoy por la actualidad global. Desarrollo global, visualidad y discurso podrían ser concluyentes, si son en su conjunto coherentes desde el centro histórico que aún se desea conservar.
niciativas estatales para hacer crecer las industrias culturales; en este sentido, la producción documental actual tendría su relevancia a partir de la resignificación del estatuto meramente documental, es decir, su compromiso con lo real para de esta manera relacionarse con el medio cultural más que con la realidad documentada (Del Río, 2008). 


Distinta es la condición de la fotografía ligada a las artes visuales que con una historia crítica de alcances más amplios, se desenvuelve más fácilmente en los requerimientos de los mercados del arte, que evidentemente tienen interés por Latinoamérica, pero que aún la consideran y la tratan como alternativa de mercados marginales (García Canclini, 2002).


Un segundo punto, que se desprende del anterior sobre la evidente adaptación de la fotografía local a los nuevos tiempos, es la elaboración y el levantamiento de discursos teóricos disciplinarios de alcances globales y no locales que hablan de fotografía y que contienen muchas veces las forzadas referencias para generar producción local; no solo los teóricos la piensan sino también los fotógrafos a través de ellos, que encontrarían en estos discursos una solución de sentido. El autor es además: creador, productor, difusor, crítico y ensayista de su obra. 



La fotografía se asume como una creación de discursos visuales, que desde los estudios culturales se plantea como un producto cultural mientras que desde los discursos estéticos se expresa como una producción con la posibilidad de adjuntarse al arte y al discurrir en el competitivo mundo de las artes visuales. Ambos discursos buscan entender a la fotografía como un medio que ha entrado de lleno en la globalización, transversal y altamente adecuado para hablar de otras cosas, extendiendo su definición a las definiciones globales y compitiendo con otros países que se encuentran en inmejorable situación para difundirla.

Arte Venezolano de los 90

Los críticos consideran que Venezuela es un país visual. Ningún otro país del continente a dado la cantidad de artistas plásticos que ha dado Venezuela, de la talla de Reverón, Soto, Marisol, Cruz Diez, Otero, Gego o Meyer Vaisman y Hernández Diez de la última generación. Pero la pésima política oficial le ha hecho mucho daño al arte en este país.

Las opiniones sobre lo que han sido las artes plásticas de estos años son variadas y contradictorias. El curador Miguel Miguel afirma que en Venezuela actualmente no hay pintores y los artistas que tienen una obra interesante, de valor, son artistas que utilizan otros medios como el video arte, la fotografía, el proceso multimedia, las instalaciones, un arte conocido como Site Specific en EEUU, en fin, la tecnología.

 Tan variadas son las obras, que muchos son partidarios de que el país forma parte de la realidad en que no se pueden crear categorías para clasificar la expresión actual, siendo tajante el hecho de que la alta generación de ideas innovadoras van por encima de cualquier estigmatización. Tal actitud tiene entre sus raíces y antecedentes el ready/made de Duchamp, que hizo posible el ingreso triunfal del objeto de los otros, el industrial, el producto de maquinarias y operaciones totalmente extrañas al campo de lo artístico, la célebre sentencia del alemán Joseph Beuys de que todo el mundo es una artista y por último el acelerado desarrollo de los medios de comunicación y la avalancha de información.




Esta creación híbrida en distintos sentidos, parece funcionar y crecer hacia el atajo, la condición marginada, el ámbito de la información y la comunicación, las categorías de creación de modelos alternos de lenguaje. El arte parece suceder en todos lados menos en los centros consagrados y autoritarios con poder de difusión y albergue de la obra. Aunque Venezuela sea el país con los museos de arte contemporáneo más importantes de Sur América, estos se tornan pequeños e incómodos cuando se intenta organizar cualquier evento expositivo que vuelque su atención hacia las nuevas experiencias de los hacedores de arte. 

En cuanto al aspecto negativo, muchos son los artistas que se quejan de la enorme mercantilización del arte, que a conducido a la restricción de la libertad creadora, por tener que estar mas pendientes de conseguir el dinero para su financiamiento, dependiendo constantemente de la empresa privada o del gobierno, corriendo detrás de las exposiciones, sin preocuparse de lo mas importante, que es innovar y desarrollar su potencial. 



También, se critica la tendencia de los llamados curadores venezolanos - que son pocos por cierto - a valerse de una visión totalmente internacionalizada, para analizar la producción nacional que en algunos casos se vale de un sentir artístico muy propio. Además, usando un vocabulario complicado y casi sin traducción de los idiomas que aprendieron en sus estudios en el exterior, que complican mas la situación de la incomprensión del trabajo artístico.

o tajante el hecho de que la alta generación de ideas innovadoras van por encima de cualquier estigmatización. Tal actitud tiene entre sus raíces y antecedentes el ready/made de Duchamp, que hizo posible el ingreso triunfal del objeto de los otros, el industrial, el producto de maquinarias y operaciones totalmente extrañas al campo de lo artístico, la célebre sentencia del alemán Joseph Beuys de que todo el mundo es una artista y por último el acelerado desarrollo de los medios de comunicación y la avalancha de información.




Esta creación híbrida en distintos sentidos, parece funcionar y crecer hacia el atajo, la condición marginada, el ámbito de la información y la comunicación, las categorías de creación de modelos alternos de lenguaje. El arte parece suceder en todos lados menos en los centros consagrados y autoritarios con poder de difusión y albergue de la obra. Aunque Venezuela sea el país con los museos de arte contemporáneo más importantes de Sur América, estos se tornan pequeños e incómodos cuando se intenta organizar cualquier evento expositivo que vuelque su atención hacia las nuevas experiencias de los hacedores de arte. 

La tradición del teatro como arte



Se nos ha dicho que el teatro siempre esta muriendo. Y es cierto, y, en vez de quitarle importancia, deberíamos comprenderlo. El teatro es una expresión de nuestra vida onírica, de nuestras aspiraciones inconscientes.

El teatro responde a lo mejor de nuestra sociedad, a lo más turbado, a lo más visionario. Conforme la sociedad cambia, cambia el teatro.

Los trabajadores del teatro - actores, escritores, directores, profesores- se ven atraídos a él no por la predilección intelectual, sino por necesidad. Nos vemos empujados al teatro por necesidad de responder a los interrogantes de nuestras vidas- las cuestiones del tiempo en que vivimos. De este momento.
 

El artista dramático desempeña en la sociedad la misma función que los sueños en nuestra vida subconciente; la vida subconciente del individuo. Se nos elige para que suministremos los sueños del cuerpo político, somos los hacedores de sueños de la sociedad.

Aquello que representamos, diseñamos, escribimos, no proviene de una fantasía individual carente de sentido, si no del alma de los tiempos, esa alma que se observa y se expresa en le artista.

El artista es el explorador avanzado de conciencia social. Como tal, muchas veces sus primeros informes no son creídos.
 

Más tarde esos informes pueden ser aplaudidos y luego, tal vez, sacralizados, lo que equivale decir esterilizados; se los juzga descriptivos, no de una realidad exterior, sino del curioso y personal estado mental del artista. Más tarde aún, tanto los informes como el artista pueden ser desechados, pues lo que dice es tan trillado que resulta inútil.

No es el teatro el que está muriendo, sino los hombres y mujeres: la sociedad. Y mientras está muere, aparece un nuevo grupo de exploradores, artistas, cuyos informes son repudiados, luego sacralizados, luego repudiados.

El teatro está siempre muriendo porque la inspiración artística no puede ser incluida; sólo puede ser alimentada.
   

La mayoría de instituciones teatrales no sobrevive creativamente más allá de una generación. Cuando desaparece la necesidad que les dio origen sólo queda una cáscara vacía. La codificación de una visión..., que no es visión en absoluto.

El impulso artístico -el impulso de crear- se convierte en el impulso institucional -el impulso de conservar- y ambos son antitéticos.
     

¿Qué puede conservarse? ¿Qué puede comunicarse de una generación a la siguiente?
Filosofía. Moral. Estética.
   
Todo esto puede expresarse por medio de una técnica, en aquellas disciplinas que permite al artista responder veraz, plena y armoniosamente a aquello, sea lo que fuere, que él o ella desea expresar.

Estas disciplinas - las disciplinas del teatro- no pueden comunicarse intelectualmente. Deben aprenderse de primera mano mediante una larga práctica bajo la tutela de alguien que las haya aprendido de primera mano. Deben aprenderse de un artista.

Las disciplinas del teatro deben aprenderse practicando con, y emulando a, aquellas personas que son capaces de emplearlas.
   

Esto es lo que puede y debe transmitirse de una generación a la siguiente. La técnica, el conocimiento de cómo traducir el deseo incipiente en una acción nítida, una acción capaz de comunicarse por sí misma al público.

Esta técnica, está atención, este amor a la precisión, a la nitidez, este amor al teatro, es el mejor camino, porque es amor al público, aquello que une al actor y la sala: un deseo de compartir algo que todos saben que es cierto.

Sin técnica, es decir, sin filosofía, la actuación no puede ser arte. Y si no puede ser arte, tenemos un grave problema.
   

Vivimos en un país analfabeto. Los medios de comunicación de masas -incluido el teatro comercial- comercian con lo más bajo de la experiencia humana, y, en último termino, nos envilecen a todos por el puro peso de la insensatez.

Toda reiteración de la idea de que en la vida humana no hay drama, sino solo dramatización, de que no hay tragedia, sino sólo desgracias inexplicables, nos envilece. Por que niega lo que sabemos que es verdad. Al negar lo que sabemos, somos como una nación que no puede recordar sus sueños; como una persona desdichada que no puede recordar sus sueños y por eso niega soñar, y niega que existan cosas tales como los sueños.

Al aceptar nuestra desdicha nos estamos destruyendo a nosotros mismos.
Nos destruimos a nosotros mismos cuando aprobamos que se acepte el olvido en la telivisión, en el cine y en la escena.
  

¿Quién alzará su voz? ¿Quién hablara en nombre del espíritu, del espíritu humano?
¿Quién es capaz de ser oído? ¿De ser aceptado? ¿De ser creído?
Solamente las personas que hablan sin motivos ocultos, sin esperanza de obtener beneficios, incluso sin el deseo de cambiar, con el único deseo de crear: el artista. El actor. El actor entrenado y vigoroso, dedicado a la idea de que el teatro es el lugar al que vamos a escuchar la verdad y equipando con la capacidad técnica de hablar con sencillez y claridad.

Si esperamos que el actor, el artista de teatro, tenga la fortaleza de decir no a la televisión, de decir no a aquello que envilece, y de decir sí al escenario -a ese escenario que es el proponente de la vida del alma-, ese actor deberá ser entrenado y respaldado concretamente para sus esfuerzos.

No se puede esperar que alguien renuncie incluso al magro consuelo del éxito financiero y la aclamación crítica (al aún más magro -y extendido- consuelo de la esperanza de alcanzar estas cosa) si no se le muestra otra cosa mejor.
  

Debemos apoyarnos mutuamente y de manera concreta en la búsqueda del conocimiento artístico, en la lucha por crear.

Debemos apoyarnos en las cosas que decimos, en las cosas que elegimos producir, en las cosas a las que elegimos asistir, en las cosas que elegimos sostener.

Sólo selecciones activas por nuestra parte sacarán al teatro, el auténtico teatro, el teatro no comercial, del reino de las buenas obras y lo colocarán en el mundo del arte; un arte cuyos beneficios nos alentarán, nos 

Ahora tenemos la oportunidad de crear un teatro nuevo y de respaldar una tradición de verdadera  creación